¿Acaso se acaba el mundo si lo ves desde otra perspectiva?
No vamos a entrar en el debate de las leyes de «Murphy» que si son verdaderas, reales y certeras. Aunque creo que muchas de ellas carecen de sentido, nos condicionan a una manera de pensar (pre) determinada.
¿Quién no se ha topado alguna vez con esta creencia a lo largo de su vida: «Piensa mal y acertaras» o bien, «cuando las cosas van mal, siempre pueden ir a peor…» Evidentemente que irán a peor por ende. Es lógico, lo estamos pensando e inconscientemente, las estamos invocando y obviamente, las atraemos.
Estas creencias, esos tópicos resultaran ser los principales alicientes que nos impiden ver más allá de nuestras expectativas, de nuestras posibilidades, de nuestro potencial que, limitaran nuestra existencia en vida. Tal como la creencia «el que más hora trabaja, es más rentable, productivo…Todo es relativo creo yo.
¿Y qué pasaría si lo hicieras de otra manera?
¿O bien pensaras en el otro caso extremo?
¿Desde otra perspectiva?
¿Pero, como reconocer las buenas de las malas creencias? Metafóricamente hablando, como lo bueno de lo malo con ese ángel que nos guía a actuar de una manera correcta y buena y el diablillo de manera mala. ¿Qué elijo?
Creo que la clave está en decidir y adoptar cuales creencias te ayudan a ser feliz, las que te hacen sentir bien y las que te minan la moral y te debilitan! Se debería de priorizar las que te hacen seguir avanzando en el camino de tus sueños y las que te hacen retroceder.
Convencido estoy que no hay creencias universales. Las que se deben de perseguir, tomarlas por hábitos son aquellas que te hacen sentirte bien, ilusionado, motivado. ¿Y porque no, inventarte las tuyas propias?
Sería apropiado el auto – investigarse, auto – plantearse, auto – sincerarse, auto – diagnosticarse para así reconvertirse y ampliar las miras. Tanto a nivel personal como a nivel profesional y así seguir en la senda de nuestros propósitos, sueños y metas.
«Conviene tener en cuenta que muchas creencias se apoyan en el prejuicio y en la tradición». René Descartes
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