Partimos de la base de que la meditación es un control consciente de la respiración. Bien se sabe de que el cerebro se alimenta de oxigeno para su buen funcionamiento. A cuanto mas le demos oxigeno, mas este rendirá mejor. ¿Lógico verdad?
Cuando inhalamos, es decir cuando cojeamos aire por la nariz para así dar paso a la exhalación, expulsamos el aire bien sea por la nariz; para los mas habituados con la respiración, o bien por la boca. Estamos controlando nuestra respiración. En eso estamos de acuerdo. Cosa que, con este proceder, nos centramos exclusivamente en este ejercicio y exclusivamente en esto. Refrenamos consciente mente, voluntariamente nuestras emociones derivadas de los pensamientos que nos van sucediendo de ahí a que entremos en un estado de relajamiento, de quietud como si todo volvería a la normalidad. Quietud y sosiego.
Esta practica milenaria se esta adoptando cada vez en las empresas para lograr el control mental para así potenciar la lucidez, la clarividencia, la atención, la concentración y recuperar el sosiego… Tenemos que ser consciente de que nuestro cerebro, nuestras emociones trabajan las 24 horas del día «non stop» ¿Acaso nos vamos a pasar las 24h de nuestro día meditando? A final vamos a tener que llevar la empresa al Tibet a 3500 metros de altitud y convertirnos en Monjes. ¿Acaso es lo que quieres?
La meditación sigue siendo una herramienta suplementaria y es parte de. Debemos de ir mas allá. Metafóricamente hablando, estamos poniendo un parche a nuestra manera de ser, superficial y, no estamos arrancando la raíz que es la causa verdadera de los mecanismos que engendramos nosotros mismos y que se interpretan por stress, angustia, frustración, rabia, euforia, felicidad, entusiasmo…
El control de los pensamientos es un entrenamiento personal y propio de la que no se debe de descuidar. Como una carrera de fondo donde día tras día, la voluntad y la actitud serán la clave. NO es la de parase 20 minutos todos los días y respirar que nos permitirá realizar grandes cambios. La máxima reside en compaginar nuestra respiración en nuestros quehaceres cotidianos y ser consciente de ello. Cuando aparecen pensamientos improductivos, la clave esta en ser consciente de ellos y respirar en ese momento preciso para dejarlo pasar y que no nos afecte. Para que no vuelvan a aparecer, se debe de averiguar el porque vienen.
De echo, cuando estamos inmersos en nuestro pensamiento, nuestro cuerpo manda señales constantemente y que son evidentes. Cosa que corresponde a la percepción, al sentir, al conocimiento de si mismo. Tienes que saber que lo único que hacen esos pensamientos es absorber nuestra concentración, nuestra atención, nuestra vitalidad y estos, determinaran nuestra conducta anímica. Un ejemplo evidente es cuando nos vemos en el espejo: ¿Porque hay días que me veo mas guap@ que otros?
Una frase potente que debes de realizarte en esos momentos cuando te aparecen los primeros síntomas. No importe el tiempo que pase. Con el uso y la experiencia, el tiempo que transcurra entre la aparición de un pensamiento y tu el darte cuenta, el tiempo sera menor:
Ejercicio metafórico-practico a poner en marcha:
Cuando escuches esa voz, veas ese pensamiento que pasa por tu mente, toma conciencia de este, y hazlo de manera imparcial. Es decir, no juzgues ni condenes lo que oyes y piensas. Sencillamente, déjalo pasar. Sé testigo de él. NO «vivas» con él.
Tienes que saber que los pensamientos guardan una relación estrecha por tu pasado; construidos por tus creencias, tus vivencias, tu entorno, tu educación, dando lugar al paso obvio que es la de divagar al futuro a modo de protección o de inquietud. Cosa que te impide vivir en el presente. En el ahora!
Recuerda lo siempre. Tu mente puede ser tu mejor aliado o tu peor pesadilla.
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