Si en un antiguo post vimos como se llevaba a cabo el aprendizaje de la percepción, o mejor dicho como aprender a sentir, como prometido hoy veremos como percibir con el corazón. Partimos de la misma base del arte de sentir.
Es decir, con la ayuda de la respiración voluntaria, focalizamos un pensamiento que te pase por la cabeza y que te conlleva a padecer una emoción. Es ahí cuando entra en juego el ejercicio de a continuación.
– Estimad@s lectores, SI, el corazón nos habla. Mediante sus latidos, en su forma y en su intensidad, este musculo nos manda sutilmente unos mensajes y que, nos puede ayudar en la toma de decisiones del día a día. Inclusive, transcendentales. Es puramente autenticidad ya que, no entra en juego ni la mente, ni la inteligencia, ni el raciocinio simplemente, actúa y es a nosotros, a ti de descifrar lo que nos quiere decir el corazón, nuestra alma.
La clave de este ejercicio que te presento ahora es la de aprender a escuchar lo que dice tu corazón. Para ello, lo compararé, a modo de metáfora, con una tormenta.
Ejercicio practico: (Sacado del libro «La Profemocionalidad»)
Imagínate la dinámica de cuando se ve un rayo; después de unos segundos, se oye el trueno.
Pues ese lapsus de tiempo que separa el rayo del trueno, cuando todo parece estancarse, esos precisos y valiosos segundos son el momento en que te habla este prodigioso músculo. Ahí está el secreto de conectar con tu corazón. Como comprenderás, no hay rayos ni truenos a diario, pero el ejercicio que te propongo para tomar conciencia de este secreto, es el de usar tu respiración.
Para ello, después de inhalar oxígeno, realizarás una retención voluntaria de esa respiración; unos segundos serán necesarios, para así, antes de soltar el aire, escuchar la señal de tu corazón y después dar paso a la exhalación. En esa retención es cuando percibirás los latidos de tu corazón. Esos instantes de detención entre la inhalación y la exhalación, es cuando aparecerá un punto muerto. Ahí está la clave de este ejercicio. El número de segundos necesarios variarán en función de tu capacidad respiratoria, del tiempo que la puedas retener y de tu debida concentración. Quizá a ti, tres o cuatro segundos te sean suficientes; para otros serán necesarios diez o quince, e incluso más. Será en este stand by cuando tu corazón te hable mediante señales.
Fíjate también en la emoción que estás experimentando; en el momento en que te pares, verás cómo se va alterando tu sistema, cómo va cambiando tu ritmo cardíaco, el pulso de tu corazón y cómo van variando estos latidos en función de tus pensamientos. Dime, ¿cómo está latiendo ahora tu corazón? Compara la intensidad de este, cuando estás tranquilo y cuando tienes miedo, o cuando estás relajado y cuando te anuncian una mala noticia. Lo comprobarás por tus propios latidos.
– Cuando aprendas a percibirlo, este te transmitirá serenidad, alivio y autenticidad. Este te guiará, te aconsejará sabiamente a la hora de tomar delicadas decisiones y cuando tengas dudas existenciales. Con la práctica, notarás cómo varía este latir en función de tus pensamientos, de tus emociones y así podrás asegurar tus decisiones para que sean acertadas en todos los aspectos de tu vida.
¿Si la naturaleza te ha adueñado de este poder, porque no desarrollarlo?
«Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza». Anónimo
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